Aitor Ortiz puede parecer a primera vista un fotógrafo de arquitectura, de hecho, ésta es parte de su actividad profesional, pero las imágenes que construye en el terreno del arte, sus imágenes, las que identifica con su creatividad más personal, tienen poco o nada que ver con los modos más usuales de la fotografía de arquitectura, ese oficio en principio tan ocupado por los aspectos técnicos de la representación, por todo un complejo repertorio profesional —paralaje, perspectiva, restitución de la tridimensionalidad, etc.— dedicado a ofrecer un “retrato” fidedigno del edificio fotografiado.
Aitor Ortiz se aleja en varios aspectos de las competencias profesionales del fotógrafo de arquitectura. El primer lugar, la intención de restituir el edificio como objeto exento, en una o varias imágenes, lo que implica una distancia —física y analítica— entre la cámara y el edificio. Aitor Ortiz no se aleja del edificio, ya que no pretende representarlo como objeto en el espacio, sino que se aproxima o penetra en él para, a través de una visión fragmentaria, restituir al plano — a la superficie, la textura y la luz— lo que existe en un ámbito tridimensional.
Bajo la piel de cemento. Francisco Javier San Martín.
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